lunes, 21 de abril de 2014

Lío de caballos. Martín Westphalen García

Lío de Caballos. Ed. Cucumí. Jacona, 2014.
Este libro que reseño es casi ficticio. Se le ocurrió a Martín Westphalen García mientras tenía un sueño que yo soñé.  Sus sueños contaban una turba de caballos que solitarios corrían en manada, una noche de estrellas juntas y hechas luna para que dispusieran yeguas y caballos sus amores, un potro, un caballo viejo al que le han trozado sus dientes las piedras de los años. Entonces, yo animado por esas intensas imágenes, lo instigué a que lo escribiera en hojas de papel especial, traído desde las tierras del desirto, desde donde se sabe, los caballos han tenido un protagonismo adecuado al mito.


Martín Westphalen, que recuerda mucho al peruano por su silencio... y su nombre, es sin duda un poco como él: la primera objeción que tuvo ante mi propuesta de escribir su libro soñado fue que el poema era más hermoso en el silencio de las imágenes. Eso sin duda tenía mucha importancia, pero mi argumento de convencimiento fue más bien un chantaje. Le dije que si no escribía el libro dejaría de soñarlo a él y con eso, toda su obra en conjunto se iría al carajo. Martín tuvo tanto miedo porque ignoraba que yo había escrito ya su historia y había dejado la posibilidad sobre el mundo de que fuera soñado por alguien más y con esto salvarse de mis arrebatos de voluntad.

En fin, lo escribió a regañadientes. No le gustaba, y lo entiendo, tener que escribir cada vez que yo me pusiera a dormir. Decía él que la creatividad era como sus caballos: unas bestias salvajes que no obedecían a razones ni a horarios. Sin embargo, sólo si yo lo soñaba con sus cadernos, él podía escribir, lo cual nos dejaba en una situación extremadamente difícil de lidiar y que resultaba paradójica, al grado de considerar y dudar sobre la existencia real de Martín quien sólo podía cuestionarse algo si estaba siendo soñado, es decir, si existía... y de ahí Descartes. Ocurrió un día, que estando Martín escribiendo su libro soñado, se me ocurrió recordar y soñar a Descartes, de tal manera, se conocieron en el maldito cerebro mío. Todo lo que aconteció después sin duda complicó el asunto.

Sucede que cada noche que yo soñaba a Martín Westphalen, él hacía que apareciera su ahora gran amigo Descartes, ya sea por medio de sus poemas o por su tipluda voz. Y entonces yo tenía que soñar con Descartes y con Martín al mismo tiempo, lo que representaba una disminución en la calidad de la escritura de Martín y en la argumentación del filósofo. Pero, caray, un jueves, comenzando a soñar, Martín me dijo muy seriamente: "ya no escribiré más el maldito libro que me impones escribir, he decidido escribir otra cosa, un libro que se llamará Lío de caballos".

Contrariado por lo absurdo de su declaración, le recordé que ese era el título del libro que había soñado él y que yo le había dicho que escribiera. Y para asestarle una aguja que representara mi dominio sobre él, le recordé mientras sonreía sardónicamente: "yo soy el soñador y tú eres el soñado, así que de mí depende que sigas existiendo o no". Lo que contestó Martín, sin duda fue influjo de su querido amigo Descartes:

"Bien, supongamos que yo sólo existo porque tú me sueñas. Si así fuera, ¿cómo puedo contestarte de manera negativa y de manera concisa? ¿Cómo puedo cuestionar mi existencia?. Yo sé que existo porque puedo soñarme y puedo soñarte a tí. Es más, puedo soñarte y hacer lo mismo que tú estás haciendo conmigo para que adviertas cómo son las cosas."

Y acto seguido, cerró los ojos y se puso a soñar conmigo. Yo mientras soñaba que él soñaba conmigo y viendo que era absurdo estar mirando a un soñador, decidí despertarme pero sorpresivamente no sabía cómo hacerlo, así que me quedé soñando con Martín el soñador.

Martín despertó cuando yo estaba ya resignado a no despertar nunca.

-Ah, veo que miraste cómo estaba soñando- dijo Martín

-Sí, te he visto, no por gusto...

-Ah, ¿y por qué ha sido?

-Pues porque no supe cómo despertar- confesé irremediablemente

Martín comenzó a reír a carcajadas:

-Amigo, pues debes saber que no supiste... ni pudiste despertar porque yo te estaba soñando y de mí dependía que despertaras o no. ¿Y sabes de qué fue mi sueño?, pues te soñé soñándome y mirándome dormir y soñándote a ti mismo. Ahora mírate: eres un contenido onírico, un resultado de cerrar los ojos, de la conciencia de otro. Díme, ¿cómo se siente?

Yo no tuve palabra. No pude contestar nada, estaba hechizado, estaba a merced del sueño de un sueño mío. Martín podía hacer conmigo lo que quisiera. Entonces, mirando mi desesperación, o quizás sabiendo lo que pensaba puesto que era producto de su sueño, me espetó con inclemencia.

-He terminado el libro. Quiero que lo reseñes en tu estúpido y magro blog.

Le dije que sí, le dije que pondría al final de la reseña uno de los poemas que soñé que él soñaba y que obligué a escribirlo. He aquí el resultado de la creatividad de Martín Westphalen, que no puedo hablar de él sin hacer una ficción y relatar un tramo de sueños en los que Descartes nos atravesó como brochetas:


El parto de un caballo

Nace un potro
como dicen que nacen los potros después de ser soñados
por sus madres,
que paren potros después de ser soñados por sus potros,
que se acarician después de ser soñados por el galope.

El galope es un retumbar del sueño
del sueño del potro por la yegua,
del sueño de la yegua por el potro.
Pero es el potro quien primero soñó a la madre.

¡Que se dejen de soñar aquellos que hablan del sueño
con sus patas de madera!
El sueño sólo nace del sueño,
un sueño anterior que se encuentra con la masa.

Así el potro soñó a su madre,
y la yegua soñó a sus padres antes de haber nacido,
y así también los futuros hijos del potro
ya lo han soñado, y
sus nietos ya han soñado a los hijos
y los últimos caballos sobre la tierra
ya ha soñado a todos los miembros 
de la equina manada,
y sus galopes.

¿Alguien más duda,
que soy un sueño de quienes todavía no nacen?



Martín Westphalen García. Zamora, Michoacán, 1979. Poeta y profesor rural. Ha publicado en revistas locales de Michoacán. Tiene publicada una plaquette en la editorial independiente El Cinabrio, Retumbar del corazón de las mangostas (2010). Lío de Caballos, es su segunda plaquette publicada.







No hay comentarios:

Publicar un comentario